Joselyn Sayuri, una joven de 17 años originaria de Felipe Carrillo Puerto, falleció ayer tras una ardua lucha contra la leucemia aguda. Su fallecimiento se produce un año después del robo de los medicamentos necesarios para su tratamiento en el Hospital General de Chetumal.
El 31 de julio de 2023, la madre de Joselyn denunció el robo de 18 cajas de Blinatumomab Vial de 38.5 microgramos, un medicamento vital para el tratamiento de su hija, cuyo valor ascendía a 33 mil pesos. Estos medicamentos habían sido obtenidos gracias al apoyo de la fundación "Casa de la Amistad" y estaban bajo el cuidado del área de oncología del hospital.
Tras la denuncia presentada ante la Fiscalía General del Estado, con la carpeta de investigación FGE/QROO/OPB/07/4269/2023, la Secretaría de Salud se comprometió a restituir los medicamentos robados para que Joselyn pudiera continuar con su tratamiento. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, la joven no logró superar la enfermedad.
El robo de los medicamentos desencadenó una serie de investigaciones que culminaron con la vinculación a proceso de los empleados de la Clínica del Niño y Adolescente con Cáncer "Eloísa Angulo McLiberty". A. E. J., directora de la clínica, y H. G. D., encargado de la farmacia, fueron detenidos por su presunta responsabilidad en el delito, aunque enfrentan el proceso en libertad.
La tragedia de Joselyn ha puesto en evidencia la fragilidad del sistema de salud y la urgente necesidad de garantizar la seguridad y el acceso a tratamientos vitales para los pacientes más vulnerables. La comunidad de Felipe Carrillo Puerto y organizaciones defensoras de los derechos de los pacientes con cáncer exigen justicia y mayores medidas de protección para evitar que situaciones como esta se repitan en el futuro.
La Dirección municipal de Protección Civil y Bomberos ha restringido el paso al parador rústico ubicado en la entrada de Holbox debido a las malas condiciones en las que se encuentra la estructura y el techo, construidos con madera y guano. Armando Can Rodríguez, director de Protección Civil, informó que el parador turístico, también utilizado como sitio de taxi para los carritos de golf, es un punto ideal para que los turistas esperen la salida de las embarcaciones hacia Chiquilá o soliciten tours en las cooperativas turísticas.
Sin embargo, debido a sus años de antigüedad y las intensas lluvias recientes, la estructura y el techo se han estado deteriorando, presentando un riesgo de desplome, agravado por los vientos de la zona. "En varias partes del techo rústico se puede notar la madera en malas condiciones con el inminente riesgo de desplomarse", expresó Can Rodríguez. Ante esta situación, se ha colocado cinta de seguridad para evitar el paso de los turistas y prevenir posibles accidentes.
Las autoridades locales instan a los visitantes y residentes a respetar las restricciones y estar atentos a las indicaciones de seguridad mientras se llevan a cabo las evaluaciones y reparaciones necesarias para asegurar la estructura del parador rústico.
Vía Noticaribe
Vecinos de templos e iglesias en la capital del estado presentan alrededor de 20 denuncias semanales por ruido excesivo, superando las quejas contra bares y restaurantes, que acumulan en promedio 15 por semana.
El personal del 911 también recibe llamadas solicitando intervención en estos casos, aunque las remiten al área correspondiente del ayuntamiento capitalino, donde inicialmente se invita a una mediación para resolver el conflicto. Según los reglamentos de la Dirección de Asuntos Religiosos de Othón P. Blanco, el ruido generado por los templos no debe rebasar los 60 decibeles.
Sin embargo, algunos casos como el del templo “Filadelfia”, ubicado en la calle Felipe Ángeles en la colonia Adolfo López Mateos, han reportado niveles de ruido que superan los 140 decibeles, similar al ruido constante de una moto deportiva. Elías Caamal Tun, un vecino afectado, comentó que se ha solicitado a los pastores del templo que regulen el sonido de sus cantos y música, ya que el volumen excesivo hace vibrar las paredes de los vecinos.
El domingo pasado, un intento de diálogo con el pastor sobre este tema resultó en una respuesta de un asistente, quien afirmó que "los vecinos no deben molestarse porque es un culto".
Las autoridades judiciales han dictaminado que, aunque las organizaciones religiosas tienen derecho a la libertad de culto, no pueden generar un ruido que exceda los parámetros normativos máximos, ya que esto impide el libre desenvolvimiento de la vida privada y constituye una injerencia arbitraria en la intimidad personal y familiar.
Vía SIPSE