El sábado, SpaceX lanzó su cohete gigante Starship en el sur de Texas, pero enfrentó dificultades al perder el propulsor y, posteriormente, la nave espacial pocos minutos después del despegue. Las comunicaciones se interrumpieron ocho minutos después del lanzamiento, y la empresa confirmó que el vehículo había experimentado una falla durante el encendido de los motores para colocarlo en órbita.
A pesar del fracaso, el vuelo de unos ocho minutos superó el intento de abril, y los comentaristas de SpaceX destacaron el exitoso despegue y la recopilación de datos valiosos para mejorar futuros lanzamientos. Elon Musk, fundador de SpaceX, observó el evento desde el centro de control en Texas.
Aprobado por la Administración Federal de Aviación, el objetivo era alcanzar una altura de 240 kilómetros y enviar la nave alrededor de la Tierra antes de caer en el Pacífico cerca de Hawái. Aunque la nave Starship, con casi 122 metros de largo, es el cohete más grande construido hasta la fecha, este incidente subraya los desafíos y mejoras continuas necesarios en el desarrollo de tecnologías espaciales avanzadas.