El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, llegó este miércoles a Australia, tras ser liberado por un tribunal estadounidense. Assange abrazó a su esposa y a su padre en el aeropuerto de Canberra, mientras un grupo de seguidores aplaudía su llegada.

Su liberación y regreso a su país natal se produce después de una prolongada batalla judicial de más de una década. Como parte de un acuerdo con el gobierno de Estados Unidos, Assange se declaró culpable de un delito de espionaje frente a una corte federal de Saipán, en las Islas Marianas del Norte. La jueza le reconoció los cinco años que pasó encarcelado en Reino Unido, permitiéndole recuperar su libertad.

Assange abandonó la corte sin hacer declaraciones. Este es el fin de un periplo de 12 años: siete de ellos en la embajada de Ecuador en Londres y cinco en una cárcel británica de máxima seguridad. En la audiencia estuvo acompañado por Kevin Rudd, embajador de Australia en Estados Unidos.

El abogado de Assange, Barry Pollack, afirmó que "el trabajo de WikiLeaks continuará". Inicialmente, los fiscales estadounidenses querían juzgar a Assange por 18 cargos bajo la Ley de Espionaje, pero tras el acuerdo, solo aceptó el delito de conspiración para obtener y revelar información de defensa nacional.

Assange aseguró al tribunal que, al publicar los archivos clasificados en 2010, actuó como periodista bajo la protección de la Primera Enmienda. Pollack destacó que Assange seguirá siendo una fuerza en favor de la libertad de expresión y la transparencia.

Assange pasó cinco años en la prisión de alta seguridad de Belmarsh en Londres, enfrentando intentos de extradición de Estados Unidos. En 2010, también enfrentó cargos de violación en Suecia, que fueron abandonados en 2019.

La esposa de Assange, Stella, expresó su alegría por el fin de la saga legal, y destacó que la prioridad ahora es la salud y privacidad de la familia. La pareja tiene dos hijos pequeños y ha lanzado una campaña de financiación colectiva para cubrir los costes del retorno.

El equipo legal de Assange pidió al presidente estadounidense Joe Biden que retirara los cargos, con el apoyo del primer ministro australiano, quien afirmó que el caso se había "prolongado demasiado".